jueves, 25 de diciembre de 2014

A la papa común





Tubérculo de sayo franciscano,
con toques húmedos de tierra parda;
miras arriba si la lluvia tarda,
recelando calores de verano.

Tu linda flor, airosa, otea el cielo;
se endereza, olfatea, vuelve y gira;
y en la brisa, la planta ya suspira,
por la lluvia bendita, que es su anhelo.

Tan sólo en loza blanca tu alma cabe,
cual moza de cocina, que no sabe
de mesa rica y de mantel de lino.

Y el humilde, al calor de su brasero,
con timidez te acerca su salero,
y acepta tu convite alabastrino.

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                                         02-06-2010