A veces, me pregunto
quién dirige,
arbitrario, toda vida.
A veces, en las crisis
que a unos son
tropiezo,
y para
otros,
luz al fondo del túnel.
No siempre lo esperado
sucede; ni responde
seguro
aquél que parecía.
Pero si miro bien a las
señales
y rememoro aquel primer
oficio:
“Alfarero divino”, que
decía la Biblia…
Quizá ya desde el
Génesis
Alguien nos proponía el
primer puzle;
el primer crucigrama,
adivinanza
cierta:
“¿Quién maneja este
barro?”
. . . . . . . .
Si la pieza de arcilla
tiene que refinar su
basta forma,
tan sólo acertará de
una manera:
Pasará por el torno,
que las manos
del Alfarero mueven.
Si, medrosa, se aleja
demasiado,
ha perdido el viaje.
Si, imprudente, se
aplasta y se amontona,
ha perdido su faz.
Pues sólo un leve roce
es necesario
para dejarla bella.
Que, cerca, el Alfarero
permanece
vigilante y atento.
Y si tu vida acude en
su momento,
y Su mano amorosa te
acaricia,
dejará sobre ti profunda
huella…
Y tu barro será cuerpo
de estrella.
---oooOOOooo---
01-05-2009
(A
Concha Quintana)