Vida, yo te bendigo,
igual que Amado Nervo,
porque me permitiste
entrar en el acervo
del manantial fecundo
que guardan los poetas.
Porque un día trajiste,
benigna, a mi mirada,
escritos en tu manto de
cálida alborada
poemas escondidos, cual
tímidas violetas.
Porque seguí el sendero
de la amorosa huella,
que marcaron los vates
con la mente en la estrella,
y mi alma, en sus
palabras, adivinó la Paz.
Y al tomar el Camino
con paso presuroso,
desoyendo las voces del
mundo proceloso,
dibujaste un suspiro de
lo Eterno en mi faz.
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21-06-2010