Pensabas que no había
más camino
porque no viste
florecer su huella;
sólo llegar querías
hasta ella,
y soñabas subir al Alto
Espino.
Lloraste por su amor
bajo los pinos;
anhelabas morir junto a
su losa;
más Leonor, desde el
cielo en que reposa,
tu pena torna en versos
cristalinos.
Y en días de ventisca o
de aguaceros,
lo mismo que en las
tardes de calina,
o cuando el vendaval
las nubes mece…
Su voz sigue sonando en
los oteros;
y el llanto en tu
poema, peregrina,
cantando una nostalgia
que estremece.
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08 -12-2011