(Basilé,
1.949)
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Pequeña y tímida, en
segunda hilera
de una foto escolar.
Un sepia desvaído
colorea el ayer, que ya se
esfuma
resbalando en mi mente.
Quiero guardar mi infancia,
pero miro otra vez a la
niñita,
la cabeza inclinada, el
aire triste.
Así vuelvo a encontrarte, a
tantos años…
Recuerdo aquella tarde:
como tantas, lucías grandes
lazos,
y tus ojos guardaban
grandes penas;
pues, digan lo que digan,
un corazón pequeño sentir
puede
doloridas ausencias;
crueldades escondidas;
bondad insuficiente;
soledad al calor de
muchedumbre.
Mírame, niña:
Yo soy tú, aunque aún no me
conozcas;
en tu mano, la mía se hace
cuna
para mecer tus años
solitarios.
Sonríe, sí. Sabe que no
estás sola;
pero veo que ya lo
adivinaste:
Una tarde lejana, aquel
instante
nos miramos de frente, cara
a cara,
y las dos sonreímos en
silencio.
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22-05-2005