jueves, 25 de diciembre de 2014

Las campanas




                    Se perdió. Como la infancia
que va quedando atrás.
                                      Era un sonido
fijo en el entramado de la vida.
                                      Acompañaba
el sueño y la vigilia de los hombres;
el juego de los niños.
Hasta los más pequeños distinguían
la voz plateada de distintos toques:
A rebato de incendio, a muerto, a Gloria…

Con el paso del tiempo
marcaba sólo el paso de las horas;
de las Horas sagradas; y la vida
se desmigaba en gajos ordenados.
Y el tañido traía los olores
a cirio y flor en la Semana Santa.
            --   --   --   --  
En mi mente pervive aquel recuerdo:
la llamada al Rosario de la tarde;
el toque a la conciencia de lo interno,
a lo esencial del hombre y de la vida.


Cuántas veces, volviendo en algún tren
- a lo lejos, Madrid, cercano, un pueblo-
sonaba una campana, y de repente
callaba el charloteo
que viajaba también, inevitable;
y, del bolsillo, manos campesinas
sacaban un rosario.
Unos pocos kilómetros de calma
y nos sentíamos algo más cercanos
al Dios que hay en nosotros.

La voz de la campana; cuántas veces
paro mis pasos intentando oírla...
          --    --    --    --
Campana de alguna aldea
que abrazaba con ternura
mi paso por la llanura
castellana, sobria y pura.

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                                         06-03-2010