No me atrevo a llorar
porque te has ido
aunque el dolor me
nuble las pupilas;
porque, envuelta en un
fuerte olor a lilas
y aires de posesión, ella
ha venido.
Tal vez piensa en sus
años de baldío
con poco que ofrecer y
sin sonrisas;
resolviendo la vida en
vanas prisas,
y por único don, su
leve hastío.
Yo revivo, uno a uno,
nuestros días;
el momento feliz y
absolutorio;
un abrazo en la lluvia
y tu embeleso…
Ella sólo tendrá las
noches frías,
y un recuerdo final de
tanatorio,
sin gustar la ternura
de tu beso.
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14-07-2012