jueves, 25 de diciembre de 2014

Alarife*




“Luna que acaricias
mi cuenco de barro;
luna que iluminas
mi pobre descanso”
(Anónimo)

Yo soy un artesano, dedicado
a conseguir belleza
                                  de la tierra de Alá.

En el barro acaricio
la vida, absurdamente desdeñada,
que siegan cruelmente
cristianos, musulmanes,
espada contra espada;
hermanos reclamando el mismo suelo…

La calle es una alberca ensangrentada;
y los gritos ahogan
la risa cantarina de mi torno.

Miro fijo este barro palpitante
que obedece a mi mano decidida;


clavo los ojos en la roja arcilla
y cierro mis oídos.
                                           Veo al niño
que era, apenas, ayer.
                                           Por la calleja
seguía al fiel borrico
que portaba en su lomo los serones;
la llegada a la aldea a medianoche;
la descarga del asno en el zaguán;
y el aroma del barro tan preciado,
del cual no se tiraba ni una pella.

Yo era el encargado de buscar
cualquier resto caído por la calle.

De día, en el taller de la familia:
mi madre, costurera;
mi padre, un alfarero reputado;
y yo, un escuálido aprendiz del barro.

Yo era un poco poeta y soñador;
de noche, paseaba, solo y quedo,
guardando mi secreto para mí…



Mi primera tarea
Fue moldear platos para la mesa:
“Hondura al centro y con los bordes altos,
para no derramar ni un solo grano
de los dones de Alá”,
                                         dijo mi padre.

Yo los iba poniendo sobre el suelo
en fila, un ejército sin sables.
Mi padre, general majestuoso,
les pasaba revista:
“Éste se tuerce, aquél se bambolea;
y aquéllos son pequeños.”

Estos soldados, firmes, no chistaban;
y yo le prometía al “general”
que pasarían la próxima revista.

            *        *        *

Oigo de nuevo gritos en la calle;
“Granada, mi Granada, estás perdida,
y nosotros contigo”, pienso yo.



Y en un acto final, voy a decirte
mi escondido secreto de la infancia;
el rito tantas veces celebrado…

Llenaba a medias mis primeros barros
y, despacio, paseaba
mirando estos espejos temblorosos:
la luna era en mis cuencos prisionera.

            *        *        *

Cristiano que te acercas a mi patio,
quiero pagar tu furia con belleza.

Y una veintena de pequeñas lunas
te darán una amable bienvenida
a esta ciudad amada por Alá.

          ---oooOOOooo---

                                      *Alarife: artesano árabe de Al Andalus.

                                                                                   11-12-2011