Sus manos imprimían en
las teclas
la vocación temprana;
no sólo era el piano;
renunciar y elegir,
fueron los temas
que rondaban sus
juveniles sueños.
Siempre oyó la canción
de las lejanas
tierras; y en la
cadencia
de una música, a ritmo
de tambores
dejó mecer su corazón
inquieto.
Seguramente puso en la
balanza
lo que iba a dejar;
pesaba mucho
prescindir de caricias
familiares;
y marchar, sin saber a
qué ventura
entregaba su vida y su
futuro…
* * *
El barco que la lleva
abre los surcos
donde siembra oraciones
y esperanzas;
y la estela del agua
es su primer
getsemaní secreto;
y, como Él, saldrá
fortalecida.
Eligió con acierto su
camino
sin vuelta atrás.
¿Será consciente,
entonces
de que entre las
lecciones de piano
va dejando semillas de
recuerdos?
La bondad genuina
brota en la oscuridad
de lo profundo.
Y al igual que el
diamante
sale un día a la luz
y no se puede ya
esconder su brillo.
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01-03-2012