El sendero que sube la montaña
no suena sólo con pisadas nuestras;
cuando el sol de la tarde lo ilumina
sabemos que pisamos otras huellas.
Como el mar, que recoge de los ríos
el agua que le llevan;
como el cielo en las noches de verano
se alfombra con estrellas.
Como las nubes, que se arremolinan
preparando en silencio la tormenta;
como la nieve, cuerpo de cristales
con sus formas tan varias y diversas.
Como la sinfonía de colores
que en miles de árboles un bosque puebla:
el camino a Teror, el día del Pino
no suena sólo con pisadas nuestras.
Cuando empiezan las fiestas de Septiembre,
a cada paso, por la carretera,
vamos pisando huellas seculares
de gentes que dejaron su alma impresa.
Su devoción aún cantan a la Virgen;
con nosotros camina su promesa.
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12-03-2012
Para
el día del Pino.