jueves, 25 de diciembre de 2014

Los girasoles




El tren, que va despacio
entre los llanos de Castilla, yermos,
pasada una estación, se ha detenido,
y pude, unos momentos
oler la madrugada. Duerme el campo;
se palpa un aire seco
que despierta a las hojas con su toque,
sobre el sembrado, bajo el firmamento.

Campo cansado y gris bajo la noche;
al Este apunta el sol, y ya al momento
alzan las caras como llenas lunas
un verde mar de girasoles, prestos
a lo que el cielo quiera regalarles:
juegan a ser espejos;
y se miran despacio y se acicalan,
esperando el reflejo
que empezará la fiesta matutina:
como un Tai-Chi danzado en un desierto.

Estirando a la vez sus tallos verdes,
abren sus hojas, lentos,
como un músico saca de su estuche
despacio el instrumento.

Y si el día es de sol, los girasoles
en muda adoración miran al cielo;
y los espacios en sus oraciones,
van marcados por brumas, nubes, velos
fríos y encapotados;
                                   ellos esperan quietos.

Y en su danza pausada y en sus giros,
al son de músicas que son silencios,
regalan al azar el don que llevan:
Sinfonías de sol, brumas y vientos.

              ---oooOOOooo---