Me pasaste aquel folio
a través de la mesa
y yo, mientras
charlaba, lo miré distraída,
sin saber que en tus
letras quedaría prendida,
tal vez soñando
ensueños que en mi alma hicieron presa.
Vi las pupilas garzas
contemplarte, posesas,
vi las llamas del templo
a tu voz invocadas,
y adiviné el dolor de
prohibidas miradas
que adoran, sin
consuelo, lejanías turquesas.
Y añoré aquel destino
de una mirada ansiosa,
que habla sin voz y
besa tan sólo con los ojos,
entregando un amor que
no ha de revelarte…
¡Ah, qué diera por ser
tu hechicera amorosa,
con manos como lanzas,
para cambiar abrojos
en trepadora hiedra que
pudiera abrazarte!
---oooOOOooo---
11-07-2012